PABLO DAMIAN CRISTI

Pablo Damián Cristi es mi nombre, es el sonido, la vibración con la que me reconozco.

Nacido en septiembre de 1975, en la ciudad de Rosario, Pablo Cristi era hijo de Mario Antonio Cristi y Norma Graciela Capitani.

Tuvo una infancia normal en la que todo estaba motivado por la inercia de un sistema que en ese momento moldeaba su mundo, o al menos su percepción del mundo.

Pablo fue muy activo en deportes y mostró habilidad en la mayoría de ellos. Sin embargo, siempre estuvo interesado en el dibujo y todo lo relacionado con la artesanía. Mantuvo este interés para sí mismo, incluso rechazando las sugerencias de su madre de inscribirse en escuelas de arte o cursos. De hecho, destruiría todas las pequeñas esculturas o dibujos que hacía cuando sentía que había alcanzado su objetivo deseado y consideraba que el trabajo estaba terminado en su mente.

Hubo momentos en los que la claridad revelaba el camino desde la intimidad de un instante creativo, donde despreciaba cualquier imposición externa o preestablecida de un sistema normalizador. Sin embargo, en esos momentos, cuando la luz detrás de la ventana lo iluminaba todo, cerraba aún más posibilidades, por miedo o por alguna razón inconsciente, cerrando repetidamente todas las salidas.

Pablo siempre fue un niño extremadamente sensible, pero ya había comprendido la crueldad del mundo en el que había nacido. Su instinto lo llevaba a ocultarlo y siempre fingir estar en control o parecer como todos los demás, sabiendo en lo más profundo que nada de eso era verdad.

Luego, a una edad avanzada, debido a los numerosos desafíos que la vida le presentó, se aisló por completo del mundo que había creado como forma de protección. Una coraza se volvió tan gruesa y rígida que ya no le permitía respirar, como si su crecimiento interno superara la adaptación de su piel externa. Esto ocurrió a la edad de 33 años en el año 2008, en medio de la crisis institucional en Argentina, durante el famoso paro agrario de 2008.

Los años siguientes fueron traumáticos y tumultuosos para él, especialmente porque experimentó la pérdida de muchas personas cercanas, incluyendo a la Tía Chiche, que había marcado la infancia de Pablo al mostrarle siempre libros de pinturas y esculturas, incluyendo las obras más interesantes del maestro Miguel Ángel cuando Pablo tenía apenas 10 años.

Esos años fueron tan traumáticos que tomó la decisión de abandonar su hogar, dejando atrás a su esposa y un hijo de un año. Sin embargo, nunca los abandonó por completo, y con el tiempo, se convirtieron en las personas más importantes de su vida. Su escapada no fue más que una forma de proteger a quienes estaban más cerca de él, ya que se acercaban tiempos difíciles y violentos. Estos tiempos de violencia se dirigirían hacia su interior, pero podrían tener consecuencias para sus seres queridos.

Con el colapso de su caparazón protector, todo su mundo interior quedó expuesto a infinitas posibilidades, representadas por la escultura de las piernas con la explosión de caminos infinitos. Esta exposición resultó en una amargura y angustia insoportables.

No hubo más opción que someterse a la autoevaluación más cruel y sincera. Cada posibilidad, incluso las más extremas, fue considerada. La posibilidad de lo absurdo no era ajena, sino más bien más real que lo que se consideraba "normal" en un mundo lleno de tonos de gris.

Durante esos años, todas las experiencias imaginables al alcance de este plano comenzaron a formar parte de lo que era posible, incluso lo inimaginable.

Las percepciones sin las limitaciones del caparazón no tenían límites; todo se magnificaba, y nada se descartaba porque tenía su lugar posible en la aceptación más sincera. El egoísmo se convirtió en la herramienta más importante para la comprensión, y la "intuición" se convirtió en la fuerza impulsora más poderosa para el desarrollo de todos los aspectos que definen a un ser humano y su alma.

Es en este contexto que surge la posibilidad del camino como el propio camino, sin un objetivo, sin nada que obstaculice el sentimiento más íntimo del momento. Es en este contexto que surge la posibilidad de "SER" en su expresión más completa.

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María Pina Cirillo